«No quiero ir a casa de los
abuelos… allí me aburro», dicen muchos niños y jóvenes. ¿Conoces la historia de
tu familia? ¿Sabes cómo se llamaban los padres de tu abuelo? ¿Y los de tu
abuela? ¿Quiénes eran? ¿A qué se dedicaban? ¿A qué jugaban cuando eran niños?
¿Cómo se conocieron? Ellos lo saben, son sus vidas, y aunque muchas veces no
recuerdan qué cenaron anoche o dónde han dejado sus gafas, seguro que pueden
relatarte sus vidas, sus infancias, su juventud, cómo vivieron, a qué se
dedicaron, cómo sucedieron los cambios políticos, los históricos. Una época en
que tú no existías y ellos aprendían de la vida, día a día, probablemente con
más dificultades de las que nosotros viviremos nunca.
Seguro que a tus abuelos les encantará
explicarte su historia y un detalle precioso que puedes hacer, para ellos, para
ti y para toda la familia es escribirla. ¿Es mucho trabajo? Claro que lo es,
pero no hace falta que lo hagas solo. Pueden ayudarte tus padres, primos, otros
familiares… y el fruto del trabajo puede ser una obra, un libro precioso, que
luego compartir con todos. Puedes ir reuniendo fotos, historias, anécdotas,
momentos, e ir grabándolos mediante te los explica para luego escribirlos o
anotándolos para luego ordenarlos de forma cronológica.
Otra opción es hacer una especie
de documental, que quizás sea más rápido y más visual. Grabar su historia
mientras te la cuentan, sus anécdotas y luego montarlo para conocer cuáles son
los orígenes de tus padres, tus tíos, de tus hermanos, de tus primos. Seguro
que a ellos le encantará hablar de ello y seguro que a los implicados les
emocionará hacerlo, verlo y descubrir tantas historias.
CONTARLES COSAS, ESCUCHAR SUS COSAS
COCINAR JUNTOS
Probablemente sea la abuela la
que pueda hacer esto contigo, sobre todo si disfruta en la cocina. ¿Si no? Da
igual. Seguro que disfrutará pasando tiempo contigo, hagáis lo que hagáis. Los
premios a los mejores cocineros llevan años repartiéndose entre conocidos
chefs. ¿Qué pasaría si nuestras abuelas entraran en la competición? Porque
muchos de los mejores platos los hemos comido todos en su casa.
Muchas veces su manera de
cocinar, sus recetas, se van con ellas porque nadie se interesa en aprenderlas.
¿Por qué no ser tú quien las aprenda?
QUE TE HABLEN DE TUS PADRES
«Cuando yo era pequeño no era
así/no hacía eso/no tenía…» suelen decir nuestros padres. ¿Cómo saber cómo era
todo en realidad? Porque los recuerdos tienden a ser selectivos cuando uno
habla de sí mismo. Pregúntale a tus abuelos y a tus abuelas sobre tus padres.
Cómo eran de pequeños, qué hacían, cómo era la vida con ellos, cuáles eran sus
puntos fuertes y sus puntos débiles. Que te enseñen fotos y te cuenten las
anécdotas. Seguro que pasan un buen rato recordando tiempos pasados y seguro
que pasas un buen rato descubriendo cosas de tus padres que no sabías.
COMPARTIR SUS HOBBIES
Quizás les encante leer, tejer,
pescar, hacer ejercicio, hablar de su equipo favorito, hacer trabajos manuales,
arreglar cosas, pintar… Mi abuelo pintaba cuadros y nunca le vi hacerlo porque
nos fuimos a vivir a otra ciudad. Ojalá pudiera algún día haberme enseñado a
hacerlo. Es un don, claro, igual yo habría hecho un churro, pero seguro que él
habría disfrutado enseñándome y a mí me habría encantado aprender de él.
Compartir un libro, su libro
favorito quizás, aprender a tejer o coser (sí, mi abuela me enseñó a coserme
los botones y cosas simples. Lo de los bajos del pantalón no llegó a
explicármelo, pero no habría estado mal), aprender a tocar cables, trabajar la
madera, pescar, son cosas que ellos quizás dominen y que no solo son cultura
general para nosotros, sino también algo muy útil en el día a día.
ENSEÑARLES A NAVEGAR POR INTERNET
Ellos no han tenido el mismo
aprendizaje progresivo de las tecnologías que tú, que las has visto desde que
eres pequeño, así que les da miedo tocar un ordenador porque no saben cómo
utilizarlo. ¿Quiere eso que deben perderse la posibilidad de contactar con
otras personas o adquirir nuevos conocimientos? No debería ser así. Pueden
aprender a manejar el teclado y el ratón, puedes crearles una cuenta de correo
electrónico para que se comuniquen con quien quieran, una cuenta de Facebook
para que, quién sabe, encuentren a personas que hace años y décadas que no ven;
quizás hasta a algún amigo de la infancia. Pueden aprender a utilizar el
navegador para entrar en los periódicos online, leer noticias, entrar en foros,
compartir experiencias con otras personas, etc. ¿No crees que puedes ayudarles
a descubrir como nuevo aquello que a nosotros nos parece cotidiano?
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